viernes, 2 de diciembre de 2016

Formación y educación.

La formación docente compete a todas las personas que trabajan en educación, a docentes, a quienes los forman en esa área diferenciada de la educación denominada «formación docente», que debe ser entendida como una actividad permanente, orientada a la conservación y al mejoramiento del nivel de la enseñanza de los docentes, tema controvertido, dada la diversidad de profesionales que intervienen en los procesos educativos a nivel medio superior y superior, por lo cual en la presente investigación se hablará de la formación de los docentes de nivel medio superior, quienes en su mayoría sin tener un conocimiento pedagógico y didáctico fungen como profesionales de la educación, lo cual debe analizarse por el impacto en el aprendizaje del alumno.
Durkheim define la educación como “Tiene como objeto suscitar y desarrollar en el niño determinado número de estados físicos, intelectuales y morales que reclaman de él, por un lado la sociedad  política en su conjunto y por otro lado el medio especial al que está particularmente  destinado”. En esta ponencia se definirán algunos conceptos para adentrarse al tema de investigación como son formación docente, didáctica y modelos de formación docente, también se plantean cuatro conceptos ordenadores: docentes, formación docente, educación permanente y programa de formación, aunque sólo se desarrollará el concepto de formación docente, siendo el aspecto que se investiga.
El término docentes, hace referencia a los profesores, que se consideran como: los trabajadores académicos que realizan funciones de docencia, promueven y desarrollan el proceso educativo en relación a una currícula determinada, teniendo a su cargo una o varias materias, quienes realizan trabajos de investigación cuyos resultados se manifiestan a través de la producción o sistematización de nuevos conocimientos, invenciones, mejoras y la formación de recursos humanos especializados.
  Para Bernard Honoré (1980), "la formación concierne al porvenir del hombre", porque, ya sea como producto, proceso o elemento articulador de otros conceptos y prácticas, tiene relación con la globalidad de experiencias obtenidas del sujeto.
   La formación docente es una actividad en permanente perfeccionamiento y búsqueda de estrategias para avanzar en la conceptualización y en la definición de los lineamientos concretos para el desarrollo, comprensión y transformación del proceso docente, afirma que “la formación hace referencia a un proceso más amplio que debe insertarse en lo reflexivo, en el conocimiento de campos del saber que dan cuenta de lo educativo: la filosofía, psicología, pedagogía, etcétera” (Díaz Barriga, 1988:176).
     Es así que la formación docente implica la posibilidad de recuperar las historias silenciadas de los sujetos y las historias institucionales que se alejan, igualmente, del relato oficial, la investigación en formación docente se presenta como doblemente relevante, ya que permitiría no sólo dar cuenta de lo que sucede en este campo sino transformarlo y contribuir a una revisión de la teoría educativa y de la práctica pedagógica y de una manera de hacer y de vivir la educación, la formación docente es una función articulada con procesos de investigación-acción, implica procesos institucionales de cambio, de aprendizaje entre pares y de aprendizaje individual; sin embargo, existe una tendencia a atribuir la responsabilidad de la formación a los profesores, como si fuera una tarea individual asociada con esfuerzo y mérito; en consecuencia, para muchos hablar de la formación docente es hablar de la falta de formación docente, de sus faltas y sus carencias.
     Todo ello ha contribuido a que avancemos en la adquisición de un mejor conocimiento del rol del profesor, se nos aparece hoy no como un actor cuya misión se agota en la transmisión de conocimientos, sino que se perfila como el conductor de un complejo proceso de enseñanza/aprendizaje; “la complejidad y la situación sumamente crítica a la que ha llegado en el mundo el “problema docente”, del cual la formación profesional es apenas un aspecto” (Torres,1998:1); desde esta perspectiva, los planes de estudio de la formación inicial y de la formación continua tradicionales están en crisis, no basta ya con reforzar los conocimientos del profesor; hay que suministrarle también un conjunto de capacidades, competencias, destrezas, habilidades y actitudes que le permitan asumir el papel de guía de ese proceso interactivo que constituyen hoy la enseñanza y el aprendizaje.
     Es así que la formación y actualización constante del docente, es una herramienta que busca la formación del docente a la par del desarrollo del alumno; este tipo de ejercicio de actualización docente se fomenta mediante dos vías, la primera, se da en base a programas de Especialización Docente diseñados de forma directiva y participativa integrando todos los perfiles profesionales y normalistas al uso y aplicación de todas las mecánicas estructurales de un programa de intervención pedagógica aplicada a la función docente; la otra vía, es el fomento del nivel de investigación y la generación de ideas que satisfagan las necesidades cognitivas y formativas, así como las actitudinales, todas ellas que logren el perfil ideal del docente que trabaje con calidad y en pro de lograr la calidad en el desarrollo de los sujetos con los que se involucra de manera cotidiana, sin perder de vista que el docente interviene, influye y modifica el proceso de pensamiento, la conducta y en muchos casos la vocación del propio alumno convirtiéndose (de forma ideal) en un modelo a seguir.     

Desarrollo

     La educación media superior (EMS) en México comprende el conjunto de modalidades institucionales que ofrecen enseñanza formal al término de la secundaria, los procesos de reforma, diversificación y especialización en ese contexto, apuntan a una de las deficiencias que han impedido su desarrollo, es justamente la falta de propuestas adecuadas de formación de docentes.
     Aspectos de esa problemática, son la falta de requisitos académicos claros para la contratación, promoción y permanencia del profesorado, situación en la que prevalecen categorías burocráticas y sindicales, y la atención remedial a la formación, caracterizada porque cada modalidad de educación de este nivel ofrece a sus profesores cursos de actualización que, en general, resultan breves y desarticulados.
     Respecto de la formación y actualización de los docentes, se han realizado varias acciones, que van desde: ofrecer cursos de inducción al Bachillerato General y a los Programas de Asignatura, diplomados (PROFORDEMS), cursos y talleres.  Hace falta el establecimiento de una política específica, y la elaboración de un programa que articule las acciones, para que le den sentido y pertinencia a los programas de formación y actualización.
     Por lo anterior, se considera importante contar con proyectos colectivos que nos den un diagnóstico preciso que detecte las necesidades de formación y actualización del docente, pues es un elemento indispensable para llevar a cabo cualquier acción en torno a las políticas de formación docente.
 Antecedentes y desarrollo de la formación docente
     La Educación Media Superior (EMS), su primer antecedente formal lo constituye la Escuela Nacional Preparatoria creada en 1867, como un vínculo entre la educación básica y la superior. Actualmente, existen tres tipos de programa de EMS: el bachillerato general, cuyo propósito principal es preparar a los alumnos para ingresar a instituciones de educación superior, el profesional técnico, que proporciona una formación para el trabajo, y el bivalente o bachillerato tecnológico, que es una combinación de ambas.
     En la década de los sesenta del siglo XX, se entra en un proceso de modernización educativa, en la que los docentes se presentan como un eje determinante en la educación escolarizada, se contribuiría al desarrollo nacional que se planteaba en los planes de gobierno, y era también una forma de resarcir la inconformidad social mostrada al final de la década los 60, drásticamente manifestada en el movimiento del 68.
     Díaz-Barriga F. (2002) considera que en la formación docente para bachillerato es trascendental una capacitación en métodos y técnicas docentes, que debe conducir a una reflexión crítica sobre la propia práctica, la formación de profesores necesita de un cambio didáctico justificado en un análisis crítico y un despliegue de habilidades específicas de dominio docente. 
     Un proceso formativo innovador contribuye a forjar, en los participantes, un conjunto de capacidades, destrezas y actitudes, con fundamentos axiológicos para alternar, recrear y reconvertir continua y lúcidamente sus habilidades y competencias, según los requerimientos de los contextos culturales, sociales y escolares en que les toque ejercer.
Formación docente
     La formación docente ha sido abordada por la pedagogía y la psicología a lo largo de la historia de la educación en México y el mundo. Por ello los diseños y las implementaciones curriculares en la formación de maestros, en el sector público y en el privado, interactúan los saberes y las prácticas psicopedagógicas.  Para Ferry (1990) el formarse es reflexionar para sí, para un trabajo sobre sí mismo, sobre situaciones, sobre sucesos, sobre ideas que le permitan perfeccionarse. 
     “Al hablar de su formación incluimos tanto a educadores de aula como a directores y supervisores, entendiendo la importancia de articular estos tres estamentos y de hacerlo en el marco de nociones de equipo escolar, desarrollo profesional y gestión escolar que integren, para todos ellos, tanto la dimensión administrativa como la curricular y pedagógica” (Torres, 1998:1).
     Una definición interesante es la de Cheaybar y Kuri (1999) quien define a la formación como el proceso permanente, dinámico, integrado, multidimensional, en el que convergen, la disciplina y sus aspectos teóricos, metodológicos, epistemológicos, didácticos, psicológicos, sociales, filosóficos e históricos para lograr la profesionalización de la docencia.
Evolución de la formación docente en México
     Las investigaciones realizadas en México en la década de los 70 y 80 mostradas por algunos autores como Bourdieu, Cheaybar y Ángel Díaz Barriga dan una base para dar secuencia a esta investigación, primordialmente es mostrar la diferencia de capacitación y formación docente, para Díaz-Barriga A. (1988) formación pedagógica hace referencia a una formación integral en la educación como disciplina, dice que el desarrollo de los diferentes programas de formación de profesores a principios de los setenta responde a causas nacionales e internacionales.
     Estos programas de formación docente se conformaron por tres momentos;
 · Cursos aislados, inician en los setenta se encargaron de instrumentar el quehacer docente, ahí se incorporaron tecnología educativas, técnicas y actividades a desarrollar, esto dio lugar a cuestiones educativas como el curriculum, la planeación, los objetivos a cumplir y la evaluación,
· Cursos integrales que pretendían capacitación con especialización docente, técnicas y comprensión de la docencia, con alternativas pedagógicas que recurrían al marxismo, epistemología genética y psicoanálisis,
· Cursos de posgrado para la formación docente con una idea integral de la educación. Donde los estudios del CONACYT indican que en 1984 existían 44 maestrías en educación. (Díaz-Barriga A. 1988).  
     Actualmente desde el 2009 con motivo de la Reforma Integral de la Educación Media Superior (RIEMS), la Subsecretaría de Educación Media Superior (SEMS) y la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) establecieron un convenio de colaboración encaminado a satisfacer la demanda de formación para los docentes en servicio de los diferentes subsistemas de bachillerato.
     El enfoque educativo que asume el Programa de Especialización: Competencias Docentes para la Educación Media Superior es la formación por competencias y el objetivo fundamental es el desarrollo de competencias profesionales para el desempeño docente en el nivel de la Educación Media Superior. La estrategia para alcanzar este objetivo requiere de las experiencias y necesidades específicas de los docentes en el nivel medio superior, las actuales tendencias socio-educativas y los recursos desarrollados por la pedagogía (SEP, 2008).
La competencia pedagógica-didáctica
     Los profesores tienen que ser facilitadores de procesos de aprendizaje cada vez más autónomos, pero a veces esta afirmación es interpretada como un llamado a prescindir de la intervención, a un dejar hacer sin conducción, el aprendizaje, se resiente; por eso los profesores deben conocer, saber seleccionar, utilizar, evaluar, perfeccionar y recrear o crear estrategias de intervención didáctica efectivas; incluyen las nuevas tecnologías y pueden comprender la convocatoria y el compromiso como dinamizadores efectivos de secuencias de actividades en las que se utilicen recursos múltiples.
     Eso implica que un desafío fundamental en la reinvención de la profesión de profesor es ampliar el horizonte cultural. “Predomina las formación disciplinaria a la pedagógica, son pocos los profesores que asistan a ésta y de ellos la mayoría participan en varios eventos” (Anzaldo, 1996:3). Es necesario que los profesores aprendan a comprender y a sentir con el otro. El otro puede ser el alumno, un padre, una madre, un estudiante secundario, una supervisora, o los funcionarios de los ministerios; pero también las comunidades en tanto tales, los empresarios, las organizaciones sociales, las iglesias y los partidos políticos.
     En consecuencia, se pretende que los profesores tengan siempre las competencias propuestas, la de especificación, diferente a la de especialización, que es, a nuestro modo de ver, la capacidad de aplicar un conjunto de conocimientos fundamentales a la comprensión de un tipo de sujetos, de una institución educativa, y de un conjunto de fenómenos y procesos; el complemento de los saberes que intervienen en la formación de las competencias pedagógico-didáctica, institucional, productiva e interactiva; un mayor dominio de contenidos referidos a una disciplina o campo del saber; un conjunto de metodologías o de peculiaridades institucionales que lo ponen en mejores condiciones de formar en los alumnos competencias básicas para las que se requiere su utilización.
     Torres (1998) retoma algunos autores como: Hargreaves, Gimeno Sacristán, Schön y la  misma UNESCO que hacen mención de una serie de competencias que debe cubrir un docente eficaz como ellos le llaman y de ellas rescato las que nos acercan a esta ponencia:
· Domina los saberes —contenidos y pedagogías— propios de su enseñanza; provoca y facilita aprendizajes, al asumir su misión en términos de lograr que los alumnos aprendan;  interpreta y aplica un currículum;   
· Ejerce su criterio profesional para discernir y seleccionar los contenidos y pedagogías más adecuadas a cada contexto y a cada grupo;  
· Reflexiona críticamente sobre su papel y su práctica pedagógica, la sistematiza y comparte en espacios de inter-aprendizaje; asume un compromiso ético de coherencia entre lo que predica y lo que hace, buscando ser ejemplo para los alumnos;  
      Las competencias que un docente debe lograr está fijado en cuatro pilares saber-pedagogía-didáctica –reflexión, articuladas para lograr el objetivo de un saber establecido en un curriculum, la elección de una pedagogía que se adapte al contexto y al modelo educativo institucional y la reflexión llevará al docente al crecimiento y actualización de su práctica.

     Se reconoce que la competencia es el conjunto de conocimientos, habilidades y actitudes (recursos cognitivos), que se movilizan durante una situación específica, implica una evaluación integral que dice Villardón (2006) requiere de igual manera una enseñanza integral.

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